• martes, marzo 18, 2008

    La competencia se intensifica.

    No debería sorprender que los partidos de la Concertación comiencen a repetir la palabra cambio. Las encuestas andan bajas y la percepción ciudadana del gobierno no mejora. Si la gente quiere cambio, cambio es lo que tendrán. Pero el cambio solo será uno estratégico. Es decir, la Concertación ofrecerá cambio en la medida en que sea suficiente para ganar los votos de la mayoría, pero no lo suficiente para producir una alternancia en el poder.

    En las próximas elecciones municipales de Octubre la Concertación competirá contra sí mismo (para ver cuál es el verdadero apoyo ciudadano que permanece en sus poder), contra Chile Primero y los independientes (que buscan usurpar su marea electoral), y contra la derecha (y la siempre influyente sensación de poder que permanecerá hasta las presidenciales de 2009).

    La competencia de la Concertación consigo mismo es importante porque se sabrá exactamente cuanto es el terreno perdido y donde hay que recuperarlo. Pero este auto-chequeo es uno que siempre ha existido, y existe más bien en lo inconciente de los votantes. Es decir si la perdida es alta, los votantes tenderán a pensar que el gobierno esta más mal que bien, en cambio si la perdida es baja, los votantes tenderán a pensar que el gobierno tan tan mal no esta.

    Y por otro lado, la competencia contra la derecha es igual de vieja, solo que en ésta oportunidad la oposición se acerca a las municipales –y presidenciales en ese caso- con la mejor posibilidad de ganar desde la vuelta de la democracia. Desde que comenzaron los gobiernos de la Concertación que no existe una sensación tan baja de gobernabilidad y consecuentemente una oportunidad tan viable de convencer a los votantes de votar por la Alianza.

    Pero son los nuevos factores los cuales debieran preocupar a los mandamases de la Concertación. Siempre son los jugadores nuevos del partido los cuales son los más impredecibles. Y en esa línea hay ciertos hechos que han golpeado últimamente el sistema de Partidos que de seguro están despistando a la los dirigentes en su búsqueda de tácticas.

    Estos dos síntomas vertebrales que van a forzar a la Concertación a buscar una nueva estrategia son los siguientes.

    (a) El factor Zaldívar. A lo más “Power to the People”, llegó Zaldívar, probablemente muero de la risa, a asumir la presidencia del Senado. El hecho de que tenga a media Concertación sin dormir por su amenaza de nuevo referente no solo es peligroso en sí, pero sus consecuencias salpican lejos. Por ejemplo, luego de ver el interminable conflicto de expulsión con la DC y la Concertación, y en seguida verlo en la cima del poder legislativo, significa para muchos independientes la posibilidad de sobrevivir en el sistema electoral binominal sin una coalición que los apoye. Zaldívar entrega esperanza de nuevos horizontes (no derecha) a los votantes descontentos con la Concertación.

    (b) El poder de Chile Primero. El problema de Chile Primero es que nadie sabe con que fuerza va llegar a competir a las municipales. Si bien hasta el momento es el niño promesa de los partidos, podría fracasar estrepitosamente. Pero si Flores, Schaulsson y compañía juegan sus cartas correctamente, manifiestamente podrán quitarle más de algún municipio a la Concertación. Y si hacen una buena campaña en las municipales, seguramente sumaran más poder popular para enfrentar la elección Presidencial de 2009, convirtiéndose en el principal problema de la Concertación.

    Ambos factores son niños símbolos de la “puede haber un gobierno que no sea la concertación, pero tampoco la derecha”-tón.

    Y es por eso que la directiva de la Concertación deberá comenzar a definir una estrategia para llegar a las municipales 2008. Una estrategia de cambio para los candidatos de la Concertación los llevara a competir de manera más efectiva contra los descolgados y los disidentes de la coalición. Esto porque los candidatos estarán compitiendo por quién puede entregar el mejor cambio en vez de que exista un candidato ofreciendo cambio y el otro –de la Concertación- más de lo mismo (lo cual al parecer nadie quiere).

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