• domingo, junio 29, 2008

    Cambio al sistema binominal: chiste repetido.

    El vieji-nuevo tema otra vez.

    Después de tantos fracasos en las comisiones y proyectos para cambiar el sistema binominal, me surgen dos preguntas:

    - Con miras a las elecciones municipales de 2008 y las concurrentes de 2009, y sus respectivas campañas y promesas de las grandes coaliciones, ¿será esta la vencida?

    -¿Están realmente las condiciones para que cambie el sistema?

    Por una razón de eficiencia no voy a comentar sobre el sistema electoral, solo voy a plantear tres premisas para fomentar la claridad.

    (a) Si bien el actual sistema ha impactado positivamente a la Concertación, fue diseñado e impuesto por el gobierno militar y consecuentemente ha favorecido obvia y ampliamente a la derecha: NO ES JUSTO.

    (b) Los partidos políticos fuera de la Concertación y la Alianza han sido los más desfavorecidos: NO ES REPRESENTATIVO.

    (c) Si bien el sistema entrega equilibrio, carece de competencia y transparencia.

    Esas no son opiniones. Son hechos.

    Ahora, para responder las dos preguntas planteadas, veamos que es lo que se necesita para cambiar el sistema electoral binominal. En lo que sigue me voy a abocar a resaltar cuales son los factores teóricos que se necesitarían para un cambio en el sistema. La aplicación a la realidad la ponen ustedes.

    Voluntad.

    Para que los partidos políticos implementen cualquier política pública necesitan un motivo. Para cambiar una ley, esta debe ser reemplazada por una que sea por lo menos mejor que la anterior. Pero eso solo es parte del juego. Los partidos también funcionan a base de costo-beneficio. Es decir, de cuanto le beneficie el cambio de tal ley, va ser directamente proporcional con su devoción a apoyarlo.

    Por ejemplo, la derecha tradicionalmente ha sido más obstinada en cambiar el sistema binominal por este mismo motivo, el costo de cambiarlo ha sido mayor que el beneficio. Si es que hubiese apoyado el cambio, hubiese perdido Diputados y Senadores. En su plano cardinal lógico, esto no era una opción.

    Pero, si bien la Concertación también ha sido beneficiada gratuitamente -con una leve sobrerepresentación legislativa-, su base ideológica le jugaría en contra si apoyara el sistema electoral imperante, que es ampliamente entendido como poco democrático. Por lo que, para la Concertación, los beneficios de cambiar el sistema electoral son mayores que los costos en el ojo público.

    Motivación.

    Los partidos no solo toman sus decisiones basadas en el costo-beneficio como fondo moral. Sino que también juegan con las motivaciones del momento. Es decir la estrategia política inmediata. Si bien este juego también se lleva a cabo en el tablero de los costos vs. beneficios, es un juego a corto plazo.

    Por ejemplo, la estrategia de que una cantidad importante de obras, en el gobierno de Lagos, fuera inaugurada a puertas de la elección presidencial de 2005, no es mera casualidad. La publicidad que se hace el mismo gobierno es algo natural.

    Si nos fijamos, en las elecciones, veremos que son el momento en que todos los políticos salen debajo de sus piedras y empiezan a hacer promesas. Sobre todo cuando se trata de temas que son reconocidos como “buenos”. Como, hacer un sistema electoral mas democrático, construir hospitales, construir colegios, pavimentar carreteras, incluir minorías, etc. Y por el contrario evitando temas polémicos, como el aborto, pena de muerte, religión, etc.

    Es por eso que cuando se avecinan las elecciones, es el momento más importante en que los políticos puedan hacer cambios y mostrarse como gestores. Es decir, un cambio al sistema electoral justo después de una elección presidencial no tiene sentido. Sobre todo para la derecha, por que si bien su participación en una modificación de este tipo le seria sumamente positiva, al momento de votar nuevamente, 3 años después, la gente muy probablemente ya se haya olvidado de este “gesto positivo”.

    Quórum

    Ahora, imaginemos que las dos condiciones anteriores están dadas, es decir, los partidos han decidido que sí les conviene modificar el sistema electoral transformándolo en uno más democrático y éticamente correcto, y además como se avecinan elecciones podrán tener su cuota de “figuración” en los medios.

    Pero, cuántos realmente votaran. ¿Se podrá alcanzar el quórum necesario? Porque una cosa es prometer por los medios, y mostrase como un agente benefactor, pero otra muy distinta es cumplir ¿Cuántas veces ya hemos visto las promesas en los diarios y luego las ausencias en los escaños?

    Voluntad, motivación y quórum es el nombre de la fórmula mágica

    Mi punto es que la intención de cambiar el sistema electoral no basta. Hemos vito como paulatinamente a través de los años las comisiones y los proyectos han fracasado y no se ha llegado a ningún lado.

    Para cambiar el sistema binominal los partidos deben tener la voluntad (que les convenga), deben tener la motivación (que se puedan lucir), y deben tener la convicción (que realmente voten).

    En otras palabras, más poéticas, se debe estar en el lugar exacto y en el momento preciso.

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