• lunes, febrero 11, 2008

    5 flechas al talón de la Concertación.

    Más que claro esta que la Concertación no ha sido ninguna maravilla desde que Bachelet fue electa. A dos años de la instauración del actual gobierno en el poder da la sensación de que Bachelet fue un capricho más que una apuesta ganadora.

    Si miramos esta teoría en perspectiva comparada, con el legado de la Concertación, podemos decir que Aylwin resucitó la democracia avanzando en la medida de lo posible, Frei viajó por el mundo creando tratados y lazos que han beneficiado enormemente la prosperidad actual de Chile, y Lagos impulsó la modernización de las instituciones y terminó de cimentar la base política en el país.

    La obra de Bachelet, lejos de poder ser comparada con la de sus antecesores, parece ir de mal en peor. Si bien grandes tropezones no ha tenido -salvo el Transantiago-, la tarea normal de un Presidente no es mantener estabilidad, lo normal es la búsqueda incansable de lo óptimo para el país, lo normal es realzar la moral y entregar cuotas crecientes de dignidad y prosperidad, lo normal es dejar al país con mucho más de lo que tenía.

    A mi parecer Bachelet ha fallado en múltiples aristas para concretar lo anterior. Con miras a la renovación del poder Ejecutivo en 2009 creo que hay 5 temas claves que enfatizan esta condición. Si estos temas no se solucionan, la Concertación llegará a la elección presidencial de 2009 en las peores condiciones de su historia.

    1. Transantiago

    El mismo Cortazar catalogó el proyecto como la peor política pública de los gobiernos de la Concertación. A un año de su implementación la opinión del mandamás es irrefutable.

    Lo cierto es que el Transantiago es una excelente idea muy mal ejecutada. Los objetivos propuestos cubrían ampliamente lo que un sistema de transporten en la capital del país exigía. Las micros amarillas ya no daban para más. Entre la contaminación, la delincuencia y el desorden que el sistema creaba, es lógico sostener que estaba obsoleto.

    Pero el plan no fue bien pensado, el principal error del Transanstiago fue ser un proyecto demasiado ambicioso. Y en esto me refiero específicamente a las etapas de diseño y de implementación. Lograr los plazos fijados era una misión imposible, por lo menos para entregar un producto efectivo y de calidad. Porque si el Transantiago carece de algo, es de ambos, calidad y efectividad.

    Pero no sólo ha sido un mal para los usuarios en Santiago, sino que ha afectado al país entero dado el tiempo y los recursos que se le han tenido que inyectar incesantemente. El Transantiago es un excelente ejemplo de cómo no utilizar los recursos fiscales.

    Y si bien todos concuerdan que los problemas de diseño del proyecto han sido las principales causantes, y el nacimiento del ya famoso proyecto fue en la era Lagos, ha sido Bachelet la que ha debido pagar el precio. Sin embargo un precio que ella misma fijó, por implementar un proyecto que nunca debió haber salido del taller sin pruebas concretas de que iba funcionar.

    Y en cuanto a las consecuencias, si nos detenemos a mirar qué ha pasado a través del tiempo, a un año de su implementación es condecente sostener que el Transantiago nunca cumplió su objetivo. Ni la gente usuaria del Transantiago, ni la gente en el resto de las regiones han recibido lo que se merecen. Un proyecto público del tamaño del Transantiago, que no cumple con sus objetivos no sólo es nefasto, si no que es una lacra en la economía y en el desarrollo del país.

    El Transantiago seguirá penando a Bachelet mientras no encuentre una forma de hacerlo funcionar. Nadie niega que sea un paso necesario en el desarrollo del país, pero todos deberían saber –por lo menos los funcionarios del Ejecutivo- que las cosas no se hacen a media. No se puede arriesgar tanto a ese nivel.

    2. Rol de la Alianza

    Otro tema clave en que la Concertación ha fallado, casi metódicamente, ha sido en la batalla mediática. Un Presidente puede ser muy malo, pero si tiene un buen equipo comunicacional debería ser capaz de neutralizar a su oposición política mediante un debate rico en ideas y pruebas de progreso y evolución positiva. Creo que un equipo de calidad ha sido un gran ausente en estos dos años de Bachelet. Pero no es sólo que el gobierno ha carecido de este factor, sino que la derecha bien lo ha aprovechado.

    A mi parecer la Alianza ha apabullado a la Concertación en los medios. Y no me refiero a las pequeñas rencillas sobre temas específicos. Me refiero a la sumatoria. Al final del día Bachelet es menos popular, y creo que la derecha ha sido un factor clave en esta caída.

    Imaginemos un gobierno que hace un excelente trabajo, las acciones deberían hablar por sí solas. Aun así, si este gobierno tiene una oposición decente, la oposición debería ser capaz de apuntar a las falencias y a los errores del gobierno, provocando por lo menos algún efecto en la gente. De lo contrario la oposición estaría haciendo un nefasto trabajo de fiscalización.

    Ahora imaginemos un gobierno mediocre, como el de Bachelet, con errores demasiados evidentes y más encima una dura oposición como la derecha en Chile. La mitad del trabajo de influir sobre la gente ya esta hecha. Las paupérrimas acciones hablan por si solas.

    En el caso de Chile, de las paupérrimas políticas se ha encargado Bachelet. Pero lo peor para su gobierno es que eso bien lo sabe la derecha, que ha sido casi ‘partner’ con la Concertación en apuntar las falencias.

    La última estrategia del gobierno fue jugar la carta Vidal en la vocería. Si Bachelet no logra recuperar en algo su popularidad con ésta jugada, difícilmente logrará demostrar que la Concertación es una mejor opción que la derecha. Dado que ella es la cara del oficialismo, una mala defensa mediática es lo mismo que un mal gobierno para el votante promedio, y por ende el fin de una era Concertacionista.

    3. Engranaje de Ministros

    Si bien el cambio de gabinete no es una herramienta extraña, las cuatro rotaciones de ministros sí llaman la atención. Dado que ningún conjunto ha logrado funcionar como un equipo, el liderazgo de Bachelet y su capacidad para tomar buenas decisiones se han cuestionado más de lo estrictamente justo.

    Las conexiones y afinidades entre los ministros, sobre todo entre el Secretario General de la Presidencia, el Vocero, el de Interior y el de Hacienda, son la clave a tener una buena coordinación y consecuentemente buenos resultados. De todos estos cargos Andrés Velasco es el único que esta desde el comienzo, el resto ya están en su segundo, sino su tercer recambio.

    Tener una buena idea no sirve de nada si no hay un buen equipo que le corresponda. En esta denominada segunda etapa de Bachelet, el protagonista será el trabajo en equipo. Las individualidades ya no sirvieron. Después de tantos cambios de ministro Bachelet ha sometido su liderazgo a cuestionamiento público. Pero más importante que las consecuencias que pueda traer la prensa a raíz de estos cambios, es el núcleo. Es decir el fondo. Si bien es importante la forma, el fondo es por donde se debe comenzar.

    4. Gobernabilidad vs. sensación de Gobernabilidad

    La encuesta del CEP mostró como la popularidad de Bachelet bajó de 50% a 39% en el último año.

    Si bien el país ha gozado de prosperidad económica por el beneficioso precio del cobre -entre otros- en los mercados internacionales, y ha logrado encontrar estabilidad y zafar de inconvenientes mayores, esta situación tiende a representarse negativamente entre la gente.

    ¿Por qué? Básicamente por que la sensación de que el país avanza poco tiende a ser más intenso que la postura de que el país esta bien encaminado.

    Cuando la gente no ve resultados directos, tiende a asociarlo con mal trabajo. Es por eso que el trabajo mediático es tan importante. La duda que genera no entender bien que hace el gobierno favorece la postura a que el gobierno esta más mal que bien. Es decir, Bachelet debe asegurarse de que la gente entienda lo que el gobierno hace, debe preocuparse de que la señora Juanita se sienta aludida. Debe recordar que hacer bien el trabajo no es suficiente, debe procurar que el trabajo se vea bien también. La imagen que Bachelet proyecte repercute directamente en su evaluación.

    Cuando la carta de presentación del gobierno es el Transantiago, esta manejando un gobierno que esta bajo el constante ataque de la oposición, no ha tenido un equipo de ministros sólidos y coordinados, y más encima su liderazgo esta en capilla regularmente, la gente tiende a pensar que algo anda mal. Y más que seguro que tienen toda la razón.

    5. Legado y obra.

    Ni el Transantiago, ni modificaciones al sistema electoral, ni importantes tratados con los países vecinos, ni brillantes inserciones económicas se han concretado como para dejar huella. Todo Presidente tiene su sello y su legado. Bachelet ha fallado en encontrar su nicho y trabajar su obra desde ahí.

    Da la sensación que sufre del mal del “maestro chasquilla”. Arreglando problemas por aquí y por allá –bien heredados o de su propia creación-, le han impedido hacer un trabajo de verdad. Da la sensación de que estamos nadando en el mismo lugar, braceando sin avanzar.

    Me parece que tal como Aylwin creo las instituciones bases que existen hoy, Frei fue el hombre de los tratados de libre comercio y Lagos es el modernizador, Bachelet necesita su adjetivo. Y más que por un tema personal o egocéntrico esta meta se les propone a los Presidentes porque a partir de ella se pueden evaluar mejor sus mandatos. Básicamente podríamos decir, entonces, que si un Presidente no posee este tipo de apellido calificativo, es porque hizo poco y nada.

    ¿Entonces?

    Las elecciones municipales en Octubre de 2008 son un buen indicador de lo que va suceder en la presidencial de 2009. Bachelet deberá maniobrar -entre otros- estos cinco puntos como campeona mundial si no quiere terminar en el libro de “los errores políticos”. Reencaminar y estabilizar el Transantiago, hacer un infalible trabajo mediático/comunicacional para neutralizar a la oposición, consolidar un equipo óptimo de coordinación estratégica en el Ejecutivo para optimizar las políticas y eliminar sospechas de falta de gobernabilidad la ayudarán a conducir un gobierno más exitoso. Pero también deberá preocuparse de dejar un legado, una huella, donde en la suma y resta con la calculadora y el mapa, los resultados digan que Bachelet no solo haya sido más buena que mala Presidenta, sino que deja al país mucho mejor de lo que estaba.

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