• domingo, enero 06, 2008

    La "segunda etapa" de Bachelet.

    Mis impresiones sobre lo que está pasando.

    (1) Con los últimos sucesos en el gobierno no ganó nadie. No hubo ganadores, solo perdedores y si hay alguien que esta perdiendo más que el resto, es Bachelet. Este último tiempo ha sido un pésimo periodo que ha jugado enormemente en su contra. No sólo está cuestionada y criticada desde la oposición por fallas de gobernabilidad y de capacidad, sino que además esta bajo la presión de su mismo sector. La renuncia de Lagos Weber la afectó porque cortó la relación que tenía de continuidad con Lagos Escobar, su aval, y además generó duda en cuanto a la lealtad de los ministros hacia ella. Si bien logró reemplazarlo con otro estandarte de la estructura “laguista" -Vidal-, no logró reponerse del todo. La renuncia de Belisario Velasco la golpeó nuevamente y no sólo quedó desprotegida frente a la oposición, sino que frente a la opinión pública. Y me parece que lo peligroso de ser vulnerable allí, es que perder en la gente, no sólo la afecta en lo que resta de gobierno, sino que pone en duda la continuidad de la Concertación en el poder.

    (2) Con las recientes renuncias vamos a ver más revuelo mediático y político de lo que estamos acostumbrados. La oposición va a tratar el tema más negativamente de lo que en verdad es. Los problemas que ha habido en la DC sumado con la renuncia de dos de los ministros más importantes del gabinete dan para cuestionar a la Concertación, y especialmente el gobierno. No se puede negar. Tomemos nota por ejemplo desde las protestas por el sistema educacional-LOCE en 2006, pasando por el famoso Transantiago, sumando la disidencia creada por el partido Chile Primero, recientemente la expulsión de Zaldívar de la DC y ahora la renuncia de los ministros. En cada uno de aquellos hitos se ha enfatizado sistemática y negativamente sobre la labor del gobierno. Pero si bien hay tanto errores injustificables como herencias y trivialidades inevitables, el éxito del gobierno no se mide diariamente. Enfatizar sobre problemas y conflictos coyunturales para exasperar un cierto comportamiento electoral puede tener su beneficio, pero solo se verá en diciembre de 2009.

    (3) El próximo ministro del Interior tiene que ser demócrata cristiano. La estructura del gabinete de Bachelet depende cuasi-proporcionalmente de la composición de la Concertación. Si bien Bachelet tiene la última palabra, la Democracia Cristiana, como el partido más grande de la coalición, no solo debe ser beneficiada con la mayor cantidad de ministros, sino que honrosamente debe contar con uno de los más importantes. Dado que entre el vocero de gobierno y el secretario de la presidencia ya están representados el PPD y el PS, se debiera seguir con la tradición de tener un DC en Interior. Y es justamente esta lógica la cual empleará sistemáticamente la Democracia Cristiana para presionar a Bachelet. Ya vimos a Burgos y Walker comenzar con esta estrategia, y no esperemos a que acabe hasta la designación. [7/1/08-UPDATE : a falta de Ministros que puedan ocupar Interior, parece que ya no es tan mala idea pasar la cartera a otro partido a cambio de ciertos ajustes en el gabinete a favor de la DC]

    (4) Junto con la renuncia de Lagos Weber y de Velasco, Bachelet trató de mostrar indiferencia y darle más importancia al sistema, que a los que conforman el sistema. Bien me parece. ¿Cómo lo hizo? Por medio de declarar un recambio en el gobierno y la llegada de vientos nuevos y revitalizantes. ¿Y cual fue la forma más fácil de hacerlo? A nivel nacional y descentralizado: recambio de Intendentes. ¿Estrategia inteligente? Parece, por lo menos algo de nuevo hay. Y fue el primer paso. Creo que porque la salida de estos Intendentes se debe a costos políticos y no por desempeños personales, no debiéramos esperar que mueran tranquilos. Lo más lógico es que, dado la posición de poder que ocupan en el cargo regional, los Intendentes restantes no renuncien. Y si lo hacen, los que no opten por continuar su carrera como alcalde (elecciones en Octubre) o diputado, van a tratar de cobrar el “seguro de cesantía” en el gobierno.

    (5) La DC tiene más de un problema. No solo esta dividida políticamente sino que esta dividida ideológicamente. Si bien el conflicto entre las cúpulas de Zaldívar y de Alvear no es ninguna novedad, el enfrentamiento público ahondó la gravedad de la disputa y la expulsión finalmente finiquitó cualquier lazo restante. La simple posibilidad de que Zaldívar pueda crear un nuevo referente da para pensar en el peligro que significa tener a grupos independientes “bisagras” flotando entremedio el actual sistema de partidos. Porque Zaldívar quiere continuar en la política, quedar como víctima es su mejor apuesta. Y es justamente el peligro de lo que pueda hacer mediáticamente lo que pone en peligro a la Democracia Cristiana. Parece que el Congreso Ideológico, donde supuestamente se reestablecen los principios y se fijan las metas, no sirvió para mucho. Alvear tendrá que inventar algo relativamente rápido para reposicionar al partido antes de las elecciones municipales de Octubre, y además, mantenerse como una opción presidencial vigente.

    (6) La encuesta CEP mostró que 80% del país busca más acuerdos y consensos, y menos peleas. Otro factor para tener en cuenta en esta segunda etapa de Bachelet. Si bien las peleas comúnmente se dan entre coaliciones, últimamente hemos visto demasiadas peleas dentro de las coaliciones. Si bien hay algunos conflictos que simplemente son inevitables, temas como el de Zaldívar sencillamente no deben existir. La clase política en sí tendrá que mostrar que son capaces de solucionar los temas social-públicos antes que preocuparse de intereses propios. Me parece que leyes como la reelección limitada en el congreso y la elección directa de CORES introducen un concepto de competencia al cual no se puede esquivar. También creo que la única forma de ayudar a que los políticos hagan una mejor tarea es comenzar a participar electoralmente. Y es en ese punto fundamental donde se debiera finalmente incluir reformas al sistema electoral. Tanto a la forma de votar (hacia un sistema de inscripción automático), como al mecanismo de transformación y designación de escaños (hacia un sistema más representativo, competitivo y transparente).

    (7) Bachelet se va tener que poner las pilas. A casi dos años de ya empezado su gobierno ha tenido que lidiar con más problemas y preocupaciones que cualquier otra cosa. Me parece que esto tiene que ver con los contenidos ético-políticos a corto plazo. Hablemos a nivel figurativo: Alwyn creo las instituciones, hizo todo lo posible a medida de lo posible. Frei puso a funcionar la democracia, viajó excesivamente, pero con éxito puso a Chile en el mapa. Lagos modernizó y dejó a nivel estable al país. ¿Y Bachelet? Nada todavía. Intuyo que tiene que ver con la reducción del periodo presidencial. Cuando Lagos dejo el poder, había una sensación que el país quedaba en piloto automático. Nadie podría embarrarla a tal nivel de destruir una economía razonablemente sólida, un crecimiento próspero y un sistema político que se habían forjado en 15 años de democracia. Es por eso que da la sensación de que Bachelet no ha hecho mucho. Básicamente ha hecho lo que tenía que hacer. Es más, es por eso que no ha podido hacer más. Las pautas están predispuestamente fijadas. Si no fuera por iniciativas como la ley de cuotas, el Transantiago, la ley de pensiones, o el tema de las sub contrataciones, no hay un gran trabajo identificable. No existe eso de la reforma judicial o magnicidad en obras públicas o sociales que existió en el gobierno de los presidentes previos. Los primeros dos años de Bachelet, han sido, y serán, básicamente predecibles. Me parece que no debe haber sido fácil para la Presidenta asumir el gobierno, sobre todo tratar de arreglar la embarradita del Transantiago. Si habrían sido 6 años, el tema sería menos complejo y más simple. No habrían tantas moscas en las paredes de La Moneda, ni propagandas electorales implícitas a esta altura (candidatos hay hace rato), ni silencios que romper (Lagos Escobar). Habría sido un gobierno más tranquilo y con menos apuro para hacer las cosas. Bajo presión y con una mentalidad corto plazista (donde se pelean las elecciones) los costos siempre serán más altos que los beneficios.

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