• miércoles, abril 23, 2008

    La famosa pastilla del dia despues.

    Los laicos ganan la batalla nuevamente, pero al parecer la guerra no ha concluido.

    Los 36 diputados de la Alianza que presentaron un recurso de protección en contra de la distribución gratuita -en los consultorios- de la pastilla del día después, fueron exitosos en el fallo del Tribunal Constitucional, logrando doblar la mano -nuevamente- a la voluntad del gobierno.

    En lo personal me parece que hay tres aristas centrales que son claves para entender este tema.

    (a) El efecto de la píldora es su principal determinante.

    Me parece que la pregunta más importante del tema es la siguiente: ¿tiene la pastilla un efecto realmente abortivo o no? Y esta es la pregunta que separa la discusión y genera el argumento tanto entre los religiosos y los no-laicos, como entre el gobierno y la oposición.

    Si la píldora se considera abortiva, es natural que los que estén en contra del aborto sean los mismos que estén en contra de la píldora. Por el contrario, si la píldora no fuese considerada abortiva, este grupo teóricamente sería indiferente a su repartición.

    Por lo tanto, es el efecto de la píldora lo cual divide las opiniones, siendo el principal punto de conflicto justamente eso: ¿es la píldora abortiva? Y la principal respuesta a eso, históricamente a sido imposible de responder –o al menos de coincidir- por que es la misma respuesta a que la pregunta ¿cuándo se origina la vida?

    Por estos motivos, me parece que tomar lados en el tema de la píldora es una decisión personal, ya que podemos optar por creer en la explicación científica o la religiosa. Razón por la cual imponer que sea una obligación o imponer que sea una prohibición debería ser considerado un atropello a los derechos naturales. Principalmente al derecho de pensar libremente.

    (b) La voluntad de la gente debería ser escuchada.

    Las encuestas demuestran que la mayoría de la gente esta de acuerdo con el método anticonceptivo. Y ahora me refiero a la naturaleza política del conflicto. Y principalmente a ¿cuál es el rol del gobierno?

    El Gobierno, como una empresa electa democráticamente por el soberano pueblo, tiene como principal tarea ser fiel a su principio e interpretar a la mayoría de la mejor manera posible, estableciendo un marco de referencia y dando libertad de acción dentro de ese marco.

    Ergo, si la pastilla no se le impone a nadie, sigue siendo un elemento donde cada uno puede decidir por si solo, si la quiere o no la quiere utilizar. Es decir, mientras no sea una medida obligatoria, no debiera ser sancionada ni censurada.

    (c) La diferencia socio-económica es un argumento más que válido.

    Y finalmente, y quizás el problema más grave. En Chile la píldora SÍ se vende en las farmacias, pero NO se distribuye gratuitamente. Es decir, no hay un problema de disponibilidad o no de la píldora, sino que hay un problema de valor monetario.

    Y me parece grave este punto en particular, porque los que rechazan la idea a que la píldora sea distribuida gratuitamente, están sigilosamente avalando a que sea vendida. Esto dado que direccionan su argumento en contra de prohibir la distribucion gratuita, pero en ningun momento tocan el tema de que se destribuya en sí. Es decir se obvía el tema de fondo: si es que debe o no debe ser un recurso disponible.

    Por eso me parece que debería haber un argumento más contundente, más leal, y por cierto más consistente de los que rechazan la iniciativa. O sí a la píldora o no a la píldora, pero rechazarla bajo el contexto actual solo perjudica a los con menos recursos.

    ¿Posibles desenlaces?

    Bajo mi percepción, y fundamentándome en lo brevemente explicado en estas tres aristas, si todo sigue de la manera que se esta dando, es decir, y me cito:

    “el gobierno ofrece un mecanismo para prevenir embarazos no deseados, la gente está, en su gran mayoría, de acuerdo con el método y además ayuda a fomentar un sistema basado en la igualdad de oportunidades”,

    el gobierno debería persistir por medio de apelaciones legales y presentaciones de justificaciones, y la gente por su parte debería presionar para hacer escuchar su voluntad -si es que realmente existe-.

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